Quo vadis Europa?

El futuro de Europa, a debate

Avanza el proyecto para que el presidente de la Comisión sea elegido en las urnas

Por Sebastián Garavelli.

“Esto es una discusión de dos horas” dijo Joaquín Almunia, Vicepresidente de la Comisión Europea, haciendo referencia a la idea de que el Presidente de la Comisión (hoy José Manuel Durão Barroso) sea elegido directamente mediante el voto de todos los europeos. Antes que él, Koos Richelle, Director General de la DG Empleo de la Comisión, explicó que era algo que no estaba definido y que no hay tiempo suficiente para realizar ese cambio antes de las elecciones 2014. Cerrando la ilustración de la disputa que existe en Europa sobre este tema, Santiago Fisas, Eurodiputado Popular, agregó que “esto ya está”.

Esta disparidad de criterios responde, como es habitual, a la falta de comprensión sobre las instituciones y esta es debida, en gran parte, a la falta de explicación. Lo que el comisario Almunia cree que es una discusión de dos horas y el señor Richelle afirma que ya no hay tiempo, es la posibilidad de elegir directamente al presidente, siendo este uno de los candidatos a diputado europeo. Es decir, que el futuro presidente sea el cabeza de lista del partido más votado. Para esto, como dice Richelle, no parece que haya voluntad suficiente ni tiempo. Lo que sí es posible, se está hablando de ello, y según Santiago Fisas ya está acordado, es que si bien el Presidente no saldrá de la Cámara, al menos sí que será propuesto por los diputados. Hasta ahora es el Consejo quien propone y el Parlamento Europeo (PE) inviste. La medida que se baraja ahora es que la propuesta también salga del Parlamento. No ligaría la figura del presidente al sufragio directo, pero sí que lo acercaría más que ahora.

El pasado 28 de mayo la comisión de Asuntos Constitucionales del PE recomendó oficialmente e instruyó para que el pleno tratara la enmienda que posibilitaría a todos los europeos elegir el próximo Presidente de la Comisión.

Dicha medida, que deberá ser debatida y votada en el pleno del PE (aún no tiene fecha de tratamiento), no alcanzará para que finalmente la Comisión Europea obtenga esa dosis de legitimidad que, tanto desde dentro como desde fuera, le reclaman. Luego de pasar por el PE tiene que ser aprobada por el Consejo de la Unión Europea, que en este tipo de legislación necesita del visto bueno de todos los estados miembros.

El mecanismo de codecisión tiende a buscar el equilibrio entre las instituciones de la UE. Según Josep Borrell, expresidente del PE,  la diferencia de poder en los últimos años “se ha agudizado en favor del Consejo”, a pesar del tratado de Lisboa, que significó correr el centro de gravedad un poco más cerca del PE.

Un caso que ilustra cómo el poder aún es desigual en favor del Consejo es la discusión sobre de la sede parlamentaria de Estrasburgo. El PE cuenta con dos sedes oficiales (en realidad son tres, también hay oficinas en Luxemburgo), una en la ciudad francesa, donde se  celebran los plenos, una semana al mes, y la otra en Bruselas, donde se concentra la mayor parte del trabajo parlamentario. Hasta en 11 ocasiones el PE ha votado a favor de dejar la sede de Estrasburgo. Provoca un gasto injustificado el traslado de diputados, funcionarios y dirigentes, además de la pérdida de tiempo que comporta. Según el europarlamentario británico, Edward McMillan-Scott, vicepresidente del PE, el coste por mantener en funcionamiento dicha sede llega a los 180 millones de euros anuales. El portavoz del PE, Jaume Duch, cifra el gasto en unos 120 millones de euros, aunque apunta que esta cifra es menor dado que algunos gastos también se producirían si los plenos fueran en Bruselas.  La decisión del PE de renunciar a una sede nunca ha sido ratificada por el Consejo, que siempre contó con el voto negativo de Francia, el único estado favorecido con este éxodo parlamentario.

El marco de crisis económica y la subida de los movimientos nacionalistas ponen a los Jefes de Estado en una posición electoralista. Los líderes nacionales reaccionan en defensa de los intereses de su aldea. La comisión de Asuntos Constitucionales toma posición contra este fenómeno que parece crecer y busca dar un refresco de legitimidad a la institución europea que es la que más se parece a un Ejecutivo. Quitar al Consejo el poder de decidir el Presidente de la Comisión, para dejarlo en las urnas. Algo en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo, pero que de momento no parece posible. Es un ejemplo que no define el conjunto de la UE, pero que da una señal sobre el camino en que se encuentra.

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