Quo vadis Europa?

El futuro de Europa, a debate

«La Comisión no decide recortar la comida en las escuelas, eso lo decide el gobierno de turno»

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Joaquín Almunia Amann (Bilbao, 1948) es vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario de Competencia. Después del batacazo electoral que tuvo con el PSOE en España, centró su carrera política en Europa y se ha convertido en uno de los políticos españoles con más proyección internacional y, según algunas fuentes, en uno de los políticos más poderosos del continente. Desde un austero despacho en Bruselas habla con pausa y contundencia. Defiende las políticas de la Comisión, medidas especialmente criticadas en España y en el seno de su propio partido, pero que, como miembro colegiado que es, debe defender porque, según afirma, su trabajo se debe al interés general.

Vista la dureza de esta crisis ¿ha servido de algo Europa?

Sí, aunque muchos parlamentos o gobiernos nacionales todavía piensan que son ellos los que tienen las soluciones, estamos viendo cada vez con más claridad que hay que tomar más decisiones en común, compartir mucha más soberanía de la que están dispuestos a compartir.

¿Qué hace falta para dar ese paso?

Hay que ser capaz de aceptar un control democrático. Ese es el mayor reto que tenemos, convencer de que podemos hacerlo mejor. Explicar que si queremos hacer más cosas, necesitamos esquemas y criterios democráticos.

Este es un escenario ideal ¿cuál es el escenario factible?

Hay que convencer a los Estados para que renuncien a posiciones nacionalistas porque es obvio que cada uno de ellos por separado no puede resolver los problemas. Para que el sistema financiero en Europa funcione mejor no se puede resolver a escala de un sólo país.

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¿Por qué insistir en el proyecto si parece que no hay voluntad política para una mayor unión?

Cuando llegan las vacas gordas, todos se olvidan de los riesgos que vendrán cuando las vacas adelgacen. Esta crisis, más profunda que las otras, nos pilló confiados y sin instrumentos en la caja de herramientas de las políticas europeas. Es normal esta actitud defensiva.

¿Son conscientes en Bruselas del creciente descontento de los ciudadanos respecto a las instituciones europeas?

Por supuesto. La pérdida de confianza se está produciendo a todos los niveles. Tiene que ver con la utilización que se hace del comportamiento de las instituciones europeas. Y tiene que ver con problemas de los países, no se pueden echar todas las culpas a Bruselas.

Pero la UE tiene un déficit de liderazgo claro. 

Lo que sucede es que el sistema de decisión es complejo. Pero no ha sido un invento de un grupito de burócratas metidos en un despacho oscuro en este edificio. El funcionamiento de las instituciones ha sido el resultado de muchas discusiones y diálogo político. Hay que tratar de simplificar las cosas. Cuando los problemas son complejos no se puede pensar que una sola persona puede resolver todo.

Pero los ciudadanos no están votando directamente a quien toma las decisiones importantes.

No estoy de acuerdo. El Parlamento Europeo (PE) está elegido por los ciudadanos europeos. Y el otro polo de poder, el Consejo Europeo, son los Jefes de Estados elegidos democráticamente. Las decisiones adoptadas por el PE y el Consejo son tan democráticas como las que adopta cualquier otro responsable público basado en una mayoría democrática.

Los ámbitos en los que el PE no tiene poder de decisión son muy importantes en la vida del ciudadano.

En las decisiones relativas a la unión económica y monetaria el PE se ha reforzado. También hemos hecho propuestas para avanzar en una mayor calidad democrática y control democrático dentro de las decisiones que se toman en el área económica.

¿Cree que la Comisión aún tiene carencias democráticas?

La Comisión es una institución sui géneris. En algunas áreas somos gobierno de Europa, pero en muchas otras áreas la Comisión no tiene la misma capacidad de decisión.

Pero no tiene una legitimidad democrática.

Sí la tiene,  porque es refrendada por el PE. Y nosotros respondemos tanto colectivamente como a título individual ante el PE. Un ministro nacional no responde individualmente ante su parlamento. Cada decisión que tomo puede ser controlada por el PE, que también puede pedirle al presidente de la Comisión que me cese.

Lo que quizás sí sería conveniente es que el presidente de la Comisión saliera elegido de una votación en el PE.

Sin duda, el presidente de la Comisión debiera ser el candidato de la mayoría del PE elegido en las elecciones europeas. Llevamos muchos años diciendo que el PE no sólo debe investir y controlar al presidente, sino que debe proponerlo.

¿Cree que hay tiempo de cara a las elecciones del año que viene?

Hay tiempo de todo, claro. Eso es un acuerdo político, puramente político. No hay ningún obstáculo legal. Es una discusión de dos horas.

Pero parece ser que no hay voluntad política.

No, pero hay que diferenciar el uso de la voluntad política como concepto. Hay voluntad política de reducir el paro en 10 puntos, pero no basta. Hay que aplicar la política, esperar a que los resultados se produzcan y convencer a todos aquellos que deben colaborar para que los resultados surjan.

Volviendo a la Comisión, ¿no es un poco contradictorio que haya 27 comisarios?

Cuando prometemos el cargo de Comisario, prometemos solemnemente ante la Corte de Justicia que no representamos a nuestro país, que no recibiremos ninguna instrucción de nuestro país y que nos debemos al interés general.

Aun así esta estructura facilita que un comisario defienda intereses de su país.

No digo que no influya, pero si un comisario tiene la tentación de participar en un debate en la defensa de su país puede que la primera vez cuele, pero a la segunda ya nadie le va a escuchar.

¿Cómo ha vivido usted, un socialista, las críticas de su familia política a las medidas que se han impulsado desde Europa?

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No se puede hablar de que la familia política europea de los socialistas tenga una opinión clara ante las políticas de ajuste presupuestario.

Pero en los últimos años los socialistas se han erigido como contrarios a la austeridad que venía del norte.

Ese tipo de simplificaciones yo creo que no responden a la realidad. La realidad europea es más compleja. Entre socialdemócratas hay muchas cosas en las que coincidimos, ocupemos la posición que ocupemos y vengamos del país que vengamos.

¿Entonces está de acuerdo en que lo que hacía falta era una política de austeridad y rigor presupuestario?

Depende en qué momento y depende en qué país. Cuando surge la crisis de Lehman Brothers, la primera reacción fue dar un impulso fiscal. Yo era el responsable de las políticas económicas y monetarias en aquel momento, y esto fue apoyado por el Consejo, el FMI y el G20.

La comisión ha abogado los últimos años por la reducción del gasto público, ahora parece haber corregido un poco el rumbo…

En la medida que las cosas cambian la Comisión acomoda su aproximación. Pero la Comisión no le dice a un país “oye, recorta los subsidios de la comida en las escuelas”, eso no lo decide la Comisión, eso lo decide el gobierno de turno.

En Bruselas, en Europa, ¿manda Merkel?

Alemania es el país más grande y por lo tanto tiene un peso mayor. Y también presta dinero para rescates, por lo que es normal que ponga alguna condición. Pero si la voz alemana se escucha más que la voz de otros países es porque los líderes de otros países no hablan o hablan muy bajito.

Un comentario el “«La Comisión no decide recortar la comida en las escuelas, eso lo decide el gobierno de turno»

  1. gallego
    19/07/2013

    Joaquín almunia amann, anti- gallego furibundo……

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